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Puerto Padre con un tesoro bajo su techo (+Video)

Cada vez el mundo es más consciente de que la diversidad biológica es un bien de gran valor para las generaciones presentes y futuras, sin embargo, el número de especies disminuye a un gran ritmo debido a la actividad humana.
Se precisan efectivas y urgentes acciones, para detener la pérdida de diversidad biológica a fin de asegurar que, para 2020, los ecosistemas tengan capacidad de recuperación y sigan suministrando servicios esenciales, asegurando de este modo la variedad de la vida del planeta y contribuyendo al bienestar humano y a la erradicación de la pobreza.
Este 22 de mayo, es el Día Mundial de la Diversidad Bológica y el municipio de Puerto Padre, tiene todo un tesoro bajo su techo, se trata de alrededor de  200 especies silvestres y de vida libre, máxime entre Covarrubias y La Jíbara, asentamientos del área protegida, Bahía de Malagueta, el mayor refugio de fauna en Las Tunas. Punta Picúa, en La Jíbara, es uno de esos paraísos de vida especial con predomino de flamencos rosados, donde conviven, también, corúas, títeres, garzas, alcatraces, dado el entorno natural a base de fértiles cenagales y comida.
Bahía de Malegueta, es destino seguro para criaturas autóctonas, naturalizadas o de paso, dada la combinación mar-floresta, una especie de oasis a favor del instinto animal.
De gran valía es el grupo permanente de Flora y Fauna, además de los guardabosques, quienes en momentos difíciles generaron alternativas para favorecer la estadía de los plumíferos, que desde la primavera tienen más opciones en esteros, montes y praderas.

Entre la diversidad de aves cohabitantes entre Covarrubias y La Jíbara sobresalen los flamencos adultos, jóvenes y polluelos, que a través del desarrollo corporal asumen el traje rosado y la responsabilidad de autosostenerse buceando lodazales.
En la región de Bahía de Malagueta, son comunes los Tocororos, palomas, garzas, tomeguines y patos de disímiles especies, que vuelan en las mañanas hasta lugares próximos o lejanos y al anochecer retornan a la casa segura de los montes de La Jíbara.
La flora, por su parte, aporta suculentos platos de semillas o insectos a las aves fijas o andariegas cuando sobrevuelan sobre júcaros, llanas, uvillas, carboneros, casuarinas, cuaba, guairaje, vera blanca o quiebrahacha, además de especies de malezas y herbazales.
Entre tórtolas, garzones y animales de mayor porte, vuela tranquilo el Zunzún, el ave más pequeña del universo, quien acompaña al sansoncillo de costa, otro género autóctono de la campiña cubana.

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